Las cerámicas de Cristóbal en Ronda

En esta nueva publicación vamos a presentar una buena parte de las obras de cerámica que hay esparcidas por distintos lugares de la ciudad de Ronda y en los que Cristóbal dejó su particular huella.

En primer lugar hemos de decir que esta modalidad creativa fue la última que incorporó el artista a lo largo de su periplo vital. Fue allá por el año 1980 cuando Cristóbal comenzó a trabajar pintando en cerámica. Una de las primeras obras públicas fue la realizada para el homenaje al pintor rondeño Joaquín Peinado, coetáneo y amigo de Pablo Picasso e integrante de la Escuela de Pintores de París. Se trató de de un mural de cerámica que acompañaba a un bajorrelieve en barro cocido, retrato del pintor, realizado por el escultor Nicomedes. Una preciosa obra conjunta entre ambos artistas que se puede admirar en la calle Villanueva, número 6, en el mismo centro de Ronda, muy cerca del Parador.

Cristóbal comenzó a trabajar la cerámica de la mano del artesano y amigo Francisco García Chaparro, el cual tenía su taller en la calle Relator, en la ciudad de Sevilla. Chaparro, fallecido repentinamente apenas un mes antes que Cristóbal,  era un gran conocedor del oficio de la cerámica. Dominaba las técnicas de trabajo, el uso de los colores, el manejo y comportamiento de los diferentes materiales en el horno. En su taller emprendió Cristóbal sus primeros trabajos. Paco Chaparro le cedió generosamente sus materiales e instrumentos y puso a su disposición su espacio creativo. En él compartieron sus conocimientos, sus ideas y sus inquietudes artísticas.

En este mismo lugar, llevó a cabo Cristóbal su segundo trabajo, que se puede ver también en Ronda, en la calle Vicente Espinel 14-16, conocida popularmente como calle de la Bola. Se trata de la peculiar tienda de juguetes El Pensamiento.

Fachada El Pensamiento. Carrera Espinel, 14-16. Ronda

Fue en el año 1996, y en este caso, Cristóbal realizó la rotulación en cerámica para dicho establecimiento. Fue un encargo de José María Godino, dueño del negocio y antiguo alumno.

En esta ocasión, Cristóbal estuvo ayudado por su hijo Luis. El artista diseñó y dibujó los motivos y fue su hijo quien pintó gran parte de la cerámica, aplicando los colores en cada uno de los azulejos que componen los diferentes rótulos del escaparate de la tienda.

Cristóbal era un gran amante de la cerámica popular de Triana. Admiraba sus colores, sus transparencias y sus calidades. Como hacía siempre, se documentaba muy bien sobre los artistas y artesanos más notables y fue para él importante el descubrimiento de la obra y el legado de Niculoso Pissano, ceramista italiano que se asentó en España a finales del siglo XV y que murió precisamente en Sevilla.

Niculoso Pisano. Reales Acázares de Sevilla. 1504
Niculoso Pisano. Museo de Bellas Artes de Sevilla

Para casi todos sus trabajos de este tipo, usaba piezas de loza de 15x15 cm que adquiría, ya lecheadas en blanco, en la mítica industria de Cerámica Montalván (desgraciadamente desaparecida en el año 2012), en la calle Alfarería, en el barrio sevillano de Triana. Ese blanco de Montalván era el que más le gustaba y el que se adaptaba mejor a las transparencias y modo de pintar y aplicar el color que caracteriza a su obra en cerámica.

Quizás la obra cerámica más importante, por su envergadura, sea la que llevó a cabo en el año 2001 para la farmacia Carreño, regentada en la actualidad por los hijos de su gran amigo Gaspar Carreño.

En este caso, también se trató de un encargo de la familia Carreño, que remodeló el negocio y el edificio en que se ubica y quisieron que fuera Cristóbal quien se encargara, no sólo de la rotulación, sino de adornar toda la fachada del inmueble, situado en la calle Setenil, número 10-12.

La obra tiene unas dimensiones enormes, ya que además de un gran mural cerámico en la parte superior de la fachada de la vivienda, abarca también una serie de frisos y dinteles en cada uno de los balcones y ventanas que se exponen al exterior. Los motivos decorativos son diferentes en cada una de las plantas, distinguiéndose a su vez entre ventanas y balcones y están formados por  dibujos de inspiración modernista, a base de pájaros y plantas, con sus hojas, flores y frutos.

El color principal elegido en esta ocasión es el azul, combinado con el amarillo, con algunos toques rojizos, muy característicos de la cerámica popular de Triana.

Otra de las obras en cerámica de Cristóbal que se pueden contemplar en Ronda es la placa conmemorativa del Homenaje a Francisco Cruz, último alcalde de la II República. Esta se encuentra en la calle Marqués de Salvatierra número 9.

Este homenaje fue organizado por los amigos y camaradas del PCE de Ronda. En la siguientes imágenes se puede ver a Cristóbal entre los organizadores el día de la  celebración del acto.

En esta línea de homenajes de acento republicano, se puede contemplar la última obra de cerámica que Cristóbal realizó un par de meses antes de su muerte. Se trata de otra placa, esta vez para un homenaje múltiple, al Instituto Nacional de Segunda Enseñanza Giner de los Ríos (1933-1937), que promulgó la Institución Libre de Enseñanza y a José Manaut, profesor y extraordinario pintor que impartió clases en el mencionado instituto.

Esta cerámica se encuentra en la calle Lauría, en la fachada del Colegio Público Nuestra Señora de la Paz, que en su momento fue el lugar donde estuvo ubicado el instituto republicano.

En esta misma calle, prácticamente enfrente del mencionado colegio, se encuentra otra placa de cerámica realizada por Cristóbal, homenaje al torero Cayetano Ordóñez "Niño de la Palma", en la casa donde nació.

Muy cerca de este lugar, en la calle Naranja número 6, se puede ver otra obra cerámica de Cristóbal. Se trata de otra placa a modo de rótulo que identifica el Bar Valencia, hoy día ya cerrado. Es un homenaje a Antonio Valencia, quien abrió el negocio en el año 1953.

Este bar fue durante muchos años el lugar de referencia de Cristóbal y sus amigos en Ronda. Se convirtió en un punto de encuentro muy importante en la ciudad. Durante muchos años fue el sitio escogido por las gentes más humildes de la serranía para comer, cuando se trasladaban a Ronda para hacer sus compras y gestiones diversas desde los pueblos y campos de la serranía. En él se podían comer platos caseros de cocido, potaje, gazpacho, carnes guisadas; era un menú muy sencillo, pero copioso, elaborado en el día y muy asequible económicamente.

Antonio Valencia Torres, la persona que regentó el negocio hasta los últimos días de su vida, acompañado de su mujer, María, su hijo Pascual y su nuera Angelita, era un ser muy peculiar. Era natural de un pueblo manchego, Moral de Calatrava, y llegó a Ronda unos años después de la finalización de la Guerra Civil.

Antonio Valencia en su bar. Dibujo de Cristóbal

Era un gran aficionado a la música y tocaba cualquier instrumento que se echara a las manos: la guitarra, la flauta, el acordeón, la armónica, la percusión...Según contaba graciosamente él mismo, se libró de un pelotón de fusilamiento durante la Guerra Civil por ser reconocido como la persona que animaba las fiestas de su tierra, bodas, comuniones, bautizos, veladas, ferias, romerías, etc. Durante un tiempo tuvo que amenizar las noches de la tropa, hasta que pudo escapar de aquella situación.

El Bar Valencia fue además, durante los años 60 y 70 del pasado siglo, un lugar de reuniones políticas clandestinas. Era el sitio donde se guardaba la Revista Mundo Obrero, que editaba el PCE. De allí se distribuía clandestinamente, por Cristóbal y muchos otros camaradas y simpatizantes del partido, por todos los pueblos de la serranía de Ronda.

Igualmente, fue centro de reuniones flamencas de muchos artistas. Era frecuentado por Cayetano Ordóñez, persona de afinidad republicana, que encontraba allí un lugar discreto para tertulias y cantes. En determinadas ocasiones, cuando el bar echaba el cierre, de manera improvisada, dependiendo de los personajes, la música y el flamenco se apoderaban de la noche.

Entre los tertulianos habituales había amigos que tocaban la guitarra como Pepe Castro, Juan Guerrero o el mismo Antonio Valencia, y otros aficionados al cante como Gaspar Carreño, Antonio Cañestro, Miguel Villar, Mario, Antonio "el Pica", Joaquín "El Bola", Juan Orillo, Curro  Amaya, Chiaki y un largo etc.

Por allí han pasado personajes como Diego del Gastor, Fernanda y Bernarda de Utrera, José Bergamín, José Romero y otros muchos, que pudieron disfrutar de estas memorables tertulias flamencas.

Otra cerámica que se encuentra en Ronda, en la calle González Campos, tras ta Iglesia de Santa María la Mayor, es la que rinde homenaje al escritor, músico y sacerdote Vicente Espinel, natural de Ronda.

En la calle Sevilla existe otra placa de cerámica de Cristóbal. Se trata de un homenaje a Saturnino Calleja (1855-1915) editor, pedagogo y escritor, casado con una rondeña, Isabel Gutiérrez, y que pasaba grandes temporadas en esta ciudad de Ronda. Fundó la Editorial Calleja, para la que escribió una gran cantidad de libros infantiles y para la Educación Primaria. De aquí el dicho popular "tienes más cuento que Calleja".

Antonio Garrido, escritor rondeño y buen amigo de Cristóbal,  le hizo varios encargos personales para su casa. Fundamentalmente, tres grandes murales (180x135 cm) con vistas de Ronda, que tiene en su residencia. Son tres cerámicas majestuosas en donde se puede admirar el dominio del dibujo, las pinceladas, así como la transparencia y fuerza de los colores.

La primera es una vista desde la plaza de España hacia el Puente Nuevo y el Convento de Santo Domingo.

La segunda es una vista de las murallas de Ronda y la Iglesia de Santa María la Mayor.

Y la tercera es una vista de la cornisa del Tajo y el Puente Nuevo con un cielo espectacular.

Como en el caso anterior, otro amigo de Cristóbal, Manolo Baena, le encargó para su casa de Ronda, el zócalo del zaguán de entrada a esta.  Nuevamente, los colores de Triana y el modernismo son los protagonistas de esta bella cerámica.

Además de estas grandes obras en cerámica de Cristóbal, también se pueden encontrar en Ronda una serie de pequeñas obras, como son los azulejos de los números de las viviendas que el artista hacía para sus amigos. Por lo general, son dos azulejos de 15x15 cm con el número y con algún motivo alegórico a cada persona o familia.

A Cristóbal le gustaba rodearse para los trabajos de buenos artesanos y trabajadores. Para la colocación de muchas de estas placas de cerámica fue el amigo y maestro albañil Juan Codes quien, con esmero y sumo cuidado, dejaba los azulejos adosados a la pared para la posteridad.




En el pueblo de Arriate, muy cercano a Ronda, en la calle del mismo nombre, hay también una placa de cerámica en homenaje al mítico guitarrista flamenco Diego de El Gastor. En este lugar, antigua posada, fue donde nació Diego Amaya Flores, en el año 1908.

Esta cerámica se descubrió en noviembre de 1990 y formó parte de uno de los actos organizados por Cuadernos de Roldán, grupo de poetas y pintores fundado por Cristóbal y algunos amigos de Sevilla, Ronda o Arriate como Aurelio Alvea, Rafael Becerra, Juan Ortiz, Antonio Cerrato, Antonio Molina...


Agradecimiento: Señalar la colaboración de Pepe Castro en la localización y realización de las fotos de las obras diseminadas por las calles de la ciudad de Ronda.

4 comentarios en «Las cerámicas de Cristóbal en Ronda»

  1. Interesante relato…yo también tengo mi legado particular del gran Cristóbal que me hizo varios trabajos en mi casa, además de varios valiosos regalos… Hasta siempre, amigo Cristóbal.

    1. Cierto, amiga Fefi. Tienes en tu casa varios tesoros de Cristóbal. Además de tantos momentos inolvidables que tuvimos la suerte de disfrutar, como aquella jornada de pinturas murales para celebrar el Día del Árbol y la Poesía que organizó el Ayuntamiento de Bormujos cuando Manuel Librero era Concejal-Delegado de Medio Ambiente.

    1. Efectivamente, Carlos. La obra permanecerá para siempre, así como el recuerdo en las personas que lo conocieron. Gracias por comentar. Saludos

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