A Miguel Hernández, en el 110 aniversario de su nacimiento

LAS ABARCAS DESIERTAS

Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

            Miguel Hernández

2 comentarios en «A Miguel Hernández, en el 110 aniversario de su nacimiento»

  1. Cristóbal mantuvo una fidelidad absoluta durante toda su vida a algunos poetas. Uno de ellos fue Miguel Hernández. Por su cercanía al pueblo, por su común interés solidario con los más débiles, por su cercanía al mundo natural elemental. Y por su fidelidad a la república. Oportuno recordarlo siempre y hoy en particular en el aniversario de la muerte del poeta oriolano.

    1. Efectivamente, así fue Jesús. Su admiración por Miguel Hernández estuvo presente a lo largo de su vida y lo plasmó en dibujos y grabados varios. Esta que que he usado para este discreto homenaje fue una de las últimas xilografías que realizó. Un abrazo. Luis

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