Cristóbal ante el espejo ético de Antonio Machado. Por Jesús Rubio Jiménez

Coincidiendo con el 84 aniversario de la muerte del poeta, el 22 de febrero de 1939, en Colliure (Francia),  publicamos un hermoso texto sobre Machado y Cristóbal que ha escrito el profesor Jesús Rubio Jiménez, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Zaragoza.
A lo largo de su trayectoria, sus trabajos se han centrado en la Literatura Española de los siglos XVIII al XXI; son conocidos sus estudios y ediciones sobre autores de estos siglos, estando especializado en G. A. Bécquer, Pérez Galdós, Valle-Inclán o Antonio Machado, entre otros muchos.

Cuando se repasan la vida y la obra de Cristóbal pocos nombres se repiten tanto como el de Antonio Machado, el poeta de Campos de Castilla y el pensador de Juan de Mairena. A la vista de esta recurrencia cabe preguntarse sobre esta constante presencia y porqué lo homenajeó en tantas ocasiones, siempre —para decirlo pronto y claro— que pudo.

Cristóbal se miró en el espejo ético de Antonio Machado desde su juventud, fue uno de sus maestros intelectuales imprescindibles. En este sentido solo se puede poner a su lado otro republicano español, víctima de la rebelión fascista contra la Segunda República Española como él: Miguel Hernández. Los dos formaban parte del martirologio republicano cuando Cristóbal comenzó su carrera artística, alineándose con decisión en su tradición de compromiso por la libertad y por la defensa de los más débiles, a la que permaneció fiel durante toda su vida. Nada tiene de extraño, en consecuencia, que acudiera a sus escritos para fundamentar su pensamiento y que los representara siempre que se presentó la ocasión. Fueron sus mentores éticos, los espejos en los que le gustaba mirarse.

Desde los años sesenta Antonio Machado y Miguel Hernández se hicieron cada vez más visibles en la obra de Cristóbal quien participó en las actividades que se fueron organizando en Andalucía reivindicando su memoria.[1] Fue uno de los impulsores de la Exposición homenaje a Antonio Machado en el veinticinco aniversario de su muerte. Sevilla 22 de febrero de 1964, realizada en la Facultad de Filosofía y Letras. La modestia presidió su organización y el catálogo consistió en un sencillo díptico de cartulina roja, impreso a ciclostil. Contiene el texto del poema «El mañana efímero» y la relación de los artistas participantes: Baraldés, Claudio, Cristóbal, Enrique Acosta, Guerrero y Nicomedes. Encartado, además, y realizado a ciclostil, llevaba un «Retrato de Antonio Machado», de Nicomedes Díaz Piquero, que refuerza el potente y celebrado poema de don Antonio que contiene todo un programa de compromiso y de acción social:

Cristóbal cultivó la costumbre de incluir fragmentos de Machado en los catálogos de sus exposiciones en centros cívicos. Un ejemplo de estas exposiciones donde se combinaban educación artística y concienciación social puede ser la de Grabados y pinturas de Cristóbal realizada en Cuevas del Becerro en mayo de 1967. El modesto tríptico en papel ahuesado que la anunció contiene en la portadilla el grabado «Campesina bebiendo en un cántaro» y textos de diferentes autoridades intelectuales con los que se quería crear conciencia crítica en los visitantes. De Antonio Machado un fragmento de «Una España Joven» (1914):

…Tú, juventud más joven, si de más alta cumbre la voluntad te llega, irás a tu aventura despierta y transparente a la divina Cumbre, como el diamante clara, como el diamante pura…

También incluyó breves pensamientos de otros. De Beethoven, extraído de «Hoja de Álbum» (1792), este alegato en pro de la libertad y la verdad:

Hacer todo el bien posible, amar la Libertad sobre todas las cosas, y, aun cuando fuera por un trono, nunca traicionar a la Verdad.

De Vicent van Gogh, ya entonces otro de sus modelos pictóricos y hasta vitales dadas las comunes difíciles condiciones de vida en que tenían que desarrollar su arte, incluyó estas frases probablemente extraídas de las cartas a su hermano Teo:

…Estos cuadros te dirán lo que no soy capaz de expresar en palabras: aquello que, a mis ojos, tiene el campo de saludable y reconfortante.

Cristóbal. Retrato de Van Gogh. Regalo a su amigo José Manuel Montes

Y, finalmente, de Romain Rolland tomó estas palabras del «Prólogo a las vidas de hombres ilustres»:

…No llamo héroes a los que triunfaron por el pensamiento o por la fuerza, sino a los que fueron grandes de corazón…

Era la de Cristóbal con sus grabados y óleos una predicación laica y machadiana, convertido en apóstol de la buena nueva de hacer hombres buenos en el buen sentido de la palabra como los había querido don Antonio siguiendo los ideales de la Institución Libre de Enseñanza. Cumplían estos textos el mismo papel que en otras ocasiones los poemas editados junto a las estampas. Entre 1960 y 1961, los miembros del grupo de Sevilla de Estampa Popular ya habían realizado varias carpetas de grabados con poetas que aportaban textos: Julia Uceda, Marino Viguera, Joaquín Albalate, Julián Marcos, José Agustín Goytisolo y José Hierro. Y además con textos de Antonio Machado y Miguel Hernández, que eran los guías de aquellos artistas por su rigurosa moral cívica y por su compromiso social. Destinadas a suscriptores, las tiradas de aquellas carpetas no sobrepasaban los cincuenta ejemplares. Las estampas eran linóleos; Cristóbal, además, litografías; realizaban las estampaciones en cartulinas a cuchara sobre papeles Super Alfa. En la misma hoja solían incluir la imagen y debajo el poema que la comentaba o inspiraba. Cada carpeta constaba de seis estampas, dos de cada uno de los artistas participantes: Cristóbal, Cuadrado y Cortijo. Fueron editadas sin censura ni ningún otro control legal.

Estampa de una carpeta del Grupo Sevilla de Estampa Popular. Linóleo Cristóbal

Hacía unos años en que —coincidiendo con el arranque de Estampa Popular— al cumplirse el vigésimo aniversario de su muerte, promovido por el PCE y por un grupo de intelectuales franceses y españoles, se le había hecho un gran homenaje a Machado entre los días 21 y 23 de febrero de 1959 en su tumba de Colliure, que supuso la reivindicación literaria y política de su figura, rescatándolo de la apropiación interesada que habían llevado a cabo los poetas de Escorial. Allí estuvieron, entre otros, los poetas Blas de Otero, José Agustín Goytisolo, Ángel González, José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma, Alfonso Costafreda, Carlos Barral y José Manuel Caballero Bonald. También en París, Madrid y Segovia se organizaron otros homenajes que alentaron iniciativas como la «Colección Literaturasa» más conocida como colección «Colliure» de poesía, en Barcelona, en homenaje explícito a Antonio Machado.

Estampa de una carpeta del Grupo Sevilla de Estampa Popular. Linóleo Cristóbal

Entre las gentes de la cultura española, el modelo machadiano de compromiso político y ético cundía cada vez más y los homenajes comenzaron a sucederse. De ahí surgió el homenaje en Baeza al poeta, en 1966, que la dictadura reprimió. La idea del homenaje fue del fiscal Jesús Vicente Chamorro, quien trató de llevarla a la práctica con el alcalde de Baeza y un amigo suyo, que era juez entonces en la ciudad andaluza. Se nombró un comité en el que figuraban Aurora de Albornoz, Valeriano Bozal, José Manuel Caballero Bonald, Enrique del Castillo, el escultor Pablo Serrano y el arquitecto Fernando Román Moliner. La parte fundamental consistía en realizar un acto bajo el título de «Paseos con Antonio Machado» para inaugurar un monumento diseñado por el arquitecto citado y que estaría coronado con un busto del poeta realizado por Pablo Serrano.

Se prohibió el acto de inauguración unas horas antes de su realización y los organizadores se tuvieron que volver a Madrid con el busto del poeta, conservándolo oculto durante años en el domicilio de Jesús Vicente Chamorro. Finalmente el busto se pudo colocar en su sitio en un homenaje multitudinario tributado en Baeza a don Antonio en 1983, asistiendo a la inauguración Rafael Alberti y Francisco Rabal, entre otros. Esta escultura constituye hoy una de las imágenes emblemáticas del artista.

Para un cartel destinado a aquel homenaje grabó Cristóbal el linograbado «Retrato de Antonio Machado». Junto con el busto de Pablo Serrano del poeta y el cartel que hizo Miró son los testimonios artísticos plásticos más significativos de aquel evento.[2] El retrato de Cristóbal es de una gran sobriedad y sencillez: tallado sobre un rústico tablero, la imagen presenta con primitivismo popular los rasgos del poeta. Se conservan copias de la tirada original del grabado y también editado un poco después acompañando el poema de Pedro Pérez Clotet «A Antonio Machado»:

[3]

Esta edición se hizo en Ronda en mayo de 1966 y el homenaje de Baeza fue el mismo mes, aunque se buscaba que no fuera una fecha muy lejana de la correspondiente a la muerte de Machado (22 de febrero de 1939).[4]

Cristóbal xilografía Machado
Cristóbal. Rerato de Antonio Machado con poema de Pedro Pérez Clotet

Pedro Pérez Clotet (Villaluenga del Rosario. Cádiz 1902-Ronda, 1966), había sido uno de los poetas fundadores de la revista Isla y falleció en Ronda el 12 de mayo de 1966. Ya muy enfermo, aún pudo revisar las pruebas del poema, introduciendo una pequeña corrección, según el testimonio de Cristóbal Aguilar.

Antonio Machado era el guía intelectual y moral del joven pintor, que hacía poco tiempo había iniciado su labor de profesor en Ronda, una ciudad media andaluza no muy diferente a Baeza como la encontró Machado en 1912. Situadas ambas en el interior de Andalucía, con una estructura social inmovilista y en las que unos pocos poseían la mayor parte de la riqueza mientras el resto tenía que alquilar la fuerza de sus brazos para sobrevivir con miserables jornales.

Y había participado ya en otro homenaje internacional al poeta de gran resonancia e importancia: la antología Versos para Antonio Machado que publicó Éditions Ruedo Ibérico en París en 1962.[5] Con cubierta de Manuel Millares fue ilustrada con 16 grabados de artistas pertenecientes a Estampa Popular: Nato (pp. 4-5), Cortijo (25), Adán (77), Eduardo Arroyo (66), Arturo Martínez (39), Castro (49 y 103), Francisco Álvarez (83 y 109), Francisco Mateos (124), Ortiz Valiente (87), Zamorano (54-55), Santoro (130) y tres de Cristóbal de contenido social y campesino en las páginas 9, 45 y 59.

Estampa de una carpeta del Grupo Sevilla de Estampa Popular. Linóleo Cristóbal

No fueron grabados hechos por Cristóbal para la ocasión, sino que José Ortega, a quien enviaba ejemplares de lo que iba haciendo, se los proporcionó a Antonio Pérez Pérez —el responsable de la colección y de la edición— y este los ubicó junto a diferentes poemas. El primero de ellos, que había sido creado siguiendo las sugestiones de los poemas machadianos «Del camino», aparece aquí acompañando al célebre «Retrato» de don Antonio donde definió admirablemente su vida y su poética:

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,

y un huerto claro donde madura el limonero;

mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;

mi historia, algunos casos que recordar no quiero…

Un poema reflexivo, que concluye con una visión de la vida como viaje que se ha hecho después muy conocida y que hoy figura como epitafio en su tumba de Colliure:

Y cuando llegue el día del último viaje,

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontrareis a bordo, ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar.

La sobria figura de la estampa que camina solitaria por unos resecos campos arados ilumina el texto machadiano sin perder nada de su fuerza testimonial de la realidad campesina andaluza. Ha sido una de las estampas de Cristóbal que más se han reproducido. Nació de la lectura de la poesía de Machado con sus agudas reflexiones sobre la temporalidad y la vida como peregrinación. Ha perdurado después en la retina y en la memoria de quienes la recuerdan.

Linóleo de Cristóbal
Del Camino. Linóleo de Cristóbal

La segunda estampa comparte página con el poema «Con nosotros», de Blas de Otero:

El sencillo poema está inspirado en la célebre fotografía de Alfonso donde retrató a don Antonio en el café, discreto y distinguido, apoyado en su bastón.[5] El poema denota la voluntad de Otero por hacerlo poeta del pueblo, poeta que se alineó con suma dignidad y sin alharacas con su pueblo en los momentos más críticos de su historia. La estampa de Cristóbal cobra todo el sentido en este horizonte: un grupo de tres campesinos se afana en sus trabajos: siembran, escardan, cavan la tierra. Cumplen con su oficio y con su destino. El poema «Con nosotros» se había publicado por primera vez en Pido la paz y la palabra (Santander, 1955), un libro emblemático del poeta que fue un hito indispensable de la poesía comprometida. Machado era una de las presencias estéticas e ideológicas más importantes en la obra del bilbaíno, quien buscaba cobijo en la sombra protectora machadiana, un amparo que recalca más todavía el poema siguiente, «Palabras reunidas para Antonio Machado», que se publicó con otra estampa de Cristóbal. Encabezado con unas palabras de don Antonio, que son una afirmación de escribir una poesía solidaria con los otros y lejos de cualquier tentación solipsista. Fue leído por Blas de Otero en el homenaje a Machado celebrado en la Sorbona, en París, el 6 de marzo de 1959:

Blas de Otero lo recogió en el libro En castellano en 1960. Otero pide la voz prestada a Machado, hasta ese punto quiere fundirse con él. El poema está tejido hábilmente con citas de Machado y autocitas, que necesitarían un largo comentario imposible de hacer aquí. Es toda una tradición popular lo evocado y se convoca a grandes poetas como guías. Todos surgidos de esta tierra árida y triste que es España y que sostienen los que trabajan con sus manos mientras la exaltan con sus cantos los poetas. Los poetas, siguiendo la vieja idea de Víctor Hugo, cumplen su destino cantando los trabajos y los afanes de las gentes del pueblo.

Cristóbal. La yunta. Linóleo. 1961

El tercer grabado de Cristóbal presenta a un pobre campesino, encorvado y con las gastadas ropas remendadas, acompañado por las escuálidas bestias de trabajo en mitad de un campo casi yermo. Acompaña esta vez a un poema «Inédito y rechazado en varias revistas en la época del homenaje a Antonio Machado», según advierte en una nota del editor. El poema es «Tarjeta postal para Antonio Machado», de Gloria Fuertes:

El poema era una reflexión sobre la proliferación de homenajes al poeta por aquellos días, los usos y aun abusos en la utilización de su nombre, soslayando el mensaje de transformación social que late en su obra. En lo que aquí importa ahora destacar, la estampa de Cristóbal potencia la referencia a la miseria de Emilio, el campesino castellano que continuaba hambreando y sin que su mísera condición tuviera visos de cambiar. Como a sus mulos, le esperaba a su muerte, la cebada al rabo. Un refrán modificado («Muerto el burro, la cebada al rabo»), expresa una intensa idea: lo que le fue negado en vida, se le otorga después.

Y realizó en aquellos años Cristóbal otro homenaje más íntimo a Machado con la acuarela: “Dalias en homenaje a Antonio Machado” (1966).[7] La composición es sencilla y presenta sobre una mesa un jarrón con un ramo de dalias y a su lado una edición de las Poesías, de Antonio Machado, de la editorial Losada, que mantenía viva editorialmente la obra de don Antonio desde el otro lado del océano, en Argentina, soslayando las limitaciones editoriales que sufría en el interior de España.[8] Basta la alusión —el libro sobre la mesa— para que se comprenda el mensaje: objetiva la fugacidad de la vida con la imagen de las flores y la tutela moral que el poeta ejercía sobre el artista, guiando sus pasos con sus poemas.

El recuerdo de Machado en Cristóbal se solía presentar unido al del ilustre rondeño, que fue su maestro en la Institución Libre de Enseñanza: Francisco Giner de los Ríos. La revista Litoral, de Málaga, dedicó en septiembre de 1971 los números 21-22 a «Ronda y un torero [Cayetano Ordóñez]», que lo fue de paso a la ciudad y a algún otro ilustre hijo de la ciudad como Giner de los Ríos. No podía faltar en tan sentido homenaje Cristóbal que colaboró ilustrando sendos textos de Giner y Machado con sus efigies grabadas. Iluminó Cristóbal con un sobrio retrato del pensador rondeño «La última cuartilla» de este, recuperada en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza el 28 de febrero de 1919.

Portada de la revista Litoral. Ronda y un torero, con xilografía de Cristóbal. 1971

En general, la opinión liberal en España desearía caminar hacia una organización eficaz de las relaciones entre los pueblos, sea por medio de arbitraje, sea bien por verdadera organización política. Pero la mayor fuerza de esta posibilidad depende de la vida interior: de que los individuos y los pueblos no hallen su ideal en la extensión del poder, territorio, grandeza, supremacía respecto de nadie, en vez de ponerlo en una vida cada vez más pura, espiritual y noble, ayudada por los medios necesarios, que no han de ser arrebatados a los demás por la conquista o por la astucia.[9]

La elección del texto no era inocente, sino que subyacía un mensaje político dirigido a los lectores de la revista: era necesario cambiar de sistema político, pero recuperando el horizonte institucionista gineriano donde el maestro insistía en la importancia de los cambios interiores de las personas tanto como en los cambios exteriores. Armonía social y armonía personal eran complementarias. Una reflexión que había nacido al hilo de la Primera Guerra Mundial se actualizaba así y se aplicaba a la actual situación española.

Cristóbal Aguilar retrató a Giner de los Ríos en aquella ocasión como un profeta de potente mirada que trasluce su rica vida interior. Mira hacia el espectador y lo hace sin perder un ápice de su fuerza interior. La pureza ética de Giner de los Ríos había constituido durante decenios un referente inexcusable para quienes desde la Institución Libre de Enseñanza se acercaban a la política y trataban de inyectar dosis de ética cívica en la vida española.

Incluyeron además de Cristóbal otro retrato de «Antonio Machado», seguido del texto de su emotivo poema «A don Francisco Giner de los Ríos», fechado en Baeza el 21 de febrero de 1915, cuando falleció el maestro:

Imágenes y textos conforman un juego de espejos. Anudan nombres de maestros reconocidos: Giner los Ríos y Machado, pero, además, con textos de ambos en los que se hace patente su mensaje político y sus ideales más hondos para traerlos al presente y hacerlos eficaces entre los lectores: la insistencia en la defensa de una España nueva y diferente a la que en sus respectivos tiempos vivían, la necesidad del trabajo constante y de la vida interior rica, dejando en segundo plano lo exterior.

Se puede continuar el recorrido de homenajes al maestro con otro «Retrato de Antonio Machado». Realizado para el cartel del Homenaje al poeta que tuvo lugar en la Universidad Internacional de Andalucía (Sede de Baeza), en 1989. En esta ocasión el punto de partida es una de las fotografías del poeta en su madurez, convertida en cincografía. Transmite serenidad y los trazos se han hecho muy sutiles con lo que el retratado se sitúa como fuera del tiempo. Las circunstancias habían cambiado completamente con la transición política española en marcha.

También merece recordarse el pliego Homenaje popular a Antonio Machado, publicado en Sevilla, en febrero de 1989. Organizado por Cuadernos de Roldán, con dibujos de Cristóbal y textos de Francisco Núñez Roldán. Por una cara contiene los retratos de Antonio Machado y Leonor Izquierdo, glosadas en verso sus vidas por Núñez Roldán; por la otra, además de la portadilla del pliego, tres poemas de Antonio Machado: «Despacito y buena letra», «Arde en tus ojos un misterio, virgen» y «En el corazón tenía».

La última prueba de la fidelidad de Cristóbal a sus modelos y a los principios ideológicos y éticos que encauzaron su vida son los últimos retratos que realizó de Antonio Machado y Miguel Hernández entre 2014-2015 con motivo de la celebración de un congreso sobre Miguel Hernández en Jaén al que asistió discreto y atento como era su costumbre. Sorprendió a los asistentes mostrando los últimos retratos grabados de don Antonio y de Miguel. Dos de cada uno, realizados con la artesanal técnica de grabado a cuchara, partiendo de fotografías conocidas de los retratados y tomando como soporte para el tallado de la lámina chapeados de madera como hacía en los primeros tiempos de Estampa Popular.[10]

Cristóbal entintando con rodillo la plancha xilográfica del retrato de Antonio Machado. Foto J.A. Díaz. 2014
Cristóbal imprimiendo una xilografía de Antonio Machado en su casa de Ronda. Foto: Juan Antonio Díaz. 2014

La primera xilografía de Machado no llegó a editarla más que en pruebas de estado porque una grieta en el contrachapado de madera se traducía en la impresión en una raya vertical demasiado acentuada que afeaba el resultado.[11] Es una interpretación de don Antonio visto de lado, con perfil de medalla, circunspecto y retraído, con el aire con que uno imagina a Juan de Mairena.

Y el segundo retrato lo realizó partiendo de una de las últimas fotografías del poeta, en viaje ya hacia el exilio donde moriría. Las vetas de la tosca lámina subrayan la prematura vejez del poeta. En estos dos últimos retratos de don Antonio imagino yo una prefiguración de su propia vejez.

En compañía de estos inolvidables maestros —Antonio Machado y Miguel Hernández— pasó Cristóbal sus últimos años en Ronda, rodeado de buenos amigos, con una activa vida social, en la que no faltaban nunca su participación como dibujante en grabados para programas, pliegos y pequeños libritos de homenaje —uno de los más singulares el dedicado al célebre editor Saturnino Calleja, rondeño de adopción por su matrimonio con Isabel— o de amigos cercanos como «su hermano» Juan Ortiz, de quien ilustró su libro Ronda y su cantes.

Portada libro Cristóbal-Juan Ortiz Ordóñez
Portada del libro de Juan Ortiz sobre Cantes Flamencos. Dibujo y diseño de Cristóbal. Ronda 2006

En el camino se quedó un homenaje a Juan cuando falleció y para él Cristóbal diseñó un nuevo retrato de Francisco Giner de los Ríos sacado de una fotografía de su vida más cotidiana, sin el énfasis de otras imágenes que creó años antes. Un retrato de busto, Giner con sombrero, pero con su natural elegancia. Cristóbal lo coloreó con delicadeza. Entre rondeños andaba el juego.

Dibujo de Cristóbal Aguilar
Retrato de Francisco Giner de los Ríos. 2015

Un último detalle resalta la coherencia de la vida de Cristóbal: de cada uno de los últimos retratos de Antonio Machado y de Miguel Hernández realizó una tirada de 31 ejemplares, un último guiño y homenaje. Unos versos de Antonio Machado eran la norma de su vida:

Cristóbal. Retrato de Antonio Machado para la portada del libro de Juan Paredes Núñez. Antonio Machado. Baeza 1912/1989. Universidad de Granada


[1] Sobre su relación con Miguel Hernández, Luis Aguilar Aguilar, «Cristóbal y Miguel Hernández, muestras de admiración», en blog Cristóbal Aguilar Barea. Estampa popular, 14 de abril de 2020. Y «A Miguel Hernández, en el 110 aniversario de su nacimiento», 30 de octubre de 2020.

[2] Un relato pormenorizado de aquellos homenajes en mi libro La herencia de Antonio Machado: 1939-1970, Zaragoza, Prensas Universitarias, 2018.

[3] El poema se volvió a publicar en la revista Litoral, 21-22, septiembre de 1971, con alguna pequeña variante: verso 10: «vibra —¿sueño, pasión? — Mas no, no acaba». Y lleva como encabezamiento una cita machadiana: «¡Qué hermosamente el pasado fingía la primavera…!»

De Pedro Pérez Clotet, véase Antología poética, Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2003. Edición de José Antonio Hernández Guerrero.

[4] El retrato de Antonio Machado realizado para los actos de Baeza fue utilizado después también para un cartel de un homenaje popular a Machado promovido por Cuadernos de Roldán, realizado en la Universidad de Sevilla en 1989.

[5] Versos para Antonio Machado, Paris, Éditions Ruedo Ibérico, 1962, 144 pp. Sobre la empresa editorial, Albert Forment, José Martínez la epopeya de Ruedo ibérico, Barcelona, Anagrama, 2000. Sobre esta célebre fotografía realizó Cristóbal otro de sus retratos del poeta, que comento después.

[6] Incorpora aquí completo su poema «Árboles abolidos» de Pido la paz y la palabra (1955), donde resuenan los viajes y los emblemáticos árboles machadianos de Campos de Castilla.

[7] Reproducida en el blog, 29 de agosto de 2020.

[8] Antonio Machado, Poesías, Buenos Aires, Editorial Losada, 1962, quinta edición.

[9] El texto se había publicado en la revista España, 5, 1915, p. 7, formando parte del número dedicado a glosar la trayectoria y significación de Giner cuando falleció. De aquí el título y la circunstancia del escrito. Entre otros se recogían en aquel número dos hermosos homenajes al maestro de Juan Ramón Jiménez —«Elegía pura»— y Antonio Machado: «A don Francisco Giner de los Ríos». Seguramente los dos textos más bellos que produjo la muerte del maestro, excepcionales elegías que merecen figurar en cualquier antología de literatura elegiaca española.

[10] Gracias al fotógrafo, Juan Antonio Díaz, conservamos el documento incomparable de su manera de trabajar, ya que le dedicó una gran serie de fotografías, siguiendo gran parte del proceso de creación de estas xilografías, sobre todo su estampación.

[11] Reproducida en la revista Memorias de Ronda, nº 9. 2021, p. 101.

2 comentarios en «Cristóbal ante el espejo ético de Antonio Machado. Por Jesús Rubio Jiménez»

  1. Me tomé mi tiempo… El tiempo suficiente para leer (una, dos, tres veces…) este magnífico trabajo, excelente, del Profesor Rubio Jiménez; el tiempo suficiente para disfrutarlo, saborearlo… paladearlo a pequeños sorbos; el tiempo suficiente para constatar, para reafirmar lo que durante más de veinte años viví tan de cerca, en el día a día… junto a Cristóbal.
    Porque, efectivamente, como ya dije en el monográfico de Memorias de Ronda citado por Jesús Rubio (nota 11), no es sólo que personalidades como las citadas fueran referentes éticos, intelectuales y artísticos de nuestro Cristóbal, sino que yo llegué a verlos en él (Hernández, Machado, Rilke, Van Gogh… Giner!)… en nuestros paseos, en sus conversaciones, en su obra… en su ética personal y su filosofía de vida.
    Sólo queda aplaudir y agradecer tan magnífico trabajo y su excelente ilustración y la posibilidad de disponer de él en el presente Blog.
    (P. S.: Sólo me atrevería a cambiar una palabra en tan valioso trabajo del Profesor Rubio Jiménez: la de «fotógrafo» de la nota 10 (pues sólo soy aficionado) por la de «amigo».)
    GRACIAS.

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